6 de marzo de 2008

CONCENTRACION EN SANTANDER 8 DE MARZO

Un año más, convocamos una concentración para el día 8 de marzo.

La concentración es el sábado día 8, a las 12 horas, en la Plaza del Ayuntamiento de Santander.

La convocamos conjuntamente entre la Asamblea de Mujeres de Cantabria, la Asociación Consuelo Berges y el Colectivo de Mujeres La Lavandería.

MANIFIESTO:


Nace una niña, otra tiene fiebre, un esposo se rompe una pierna, un padre sufre un ataque. Todos estos acontecimientos tienen consecuencias caóticas para el delicado equilibrio de las mujeres trabajadoras, entre trabajo y familia.

Las mujeres, en los años 50, cuando se sentían infelices e insatisfechas, decían: "Es la vida". Era un problema sin nombre.

El gran logro de los movimientos feministas contemporáneos ha sido convertir en problemas públicos, dignos de debate, estas experiencias privadas: violencia doméstica, acoso sexual, violación, discriminación económica, cuidado de las personas dependientes, embarazos no deseados, terrorismo machista... y cambiarlas mediante nuevas leyes y nueva políticas. Así fue que lo personal se hizo político.

No obstante, parece que seguimos atrapadas en la noche de los tiempos y todavía hay una parte de la sociedad que cree que las mujeres debemos y queremos cuidar a las niñas y a los niños, a las personas mayores, nuestro hogar y nuestra comunidad. Parte de la sociedad culpa al movimiento feminista de la crisis del cuidado, con el pretexto de haber forjado un imposible ideal de "tenerlo todo". Pero el ideal de la supermujer no es un invento feminista, sino de las revistas de mujeres y de la literatura popular.
Las feministas de los años 60 y 70 sabían que las mujeres no podían hacerlo solas y por eso insistieron en que los hombres debían compartir el trabajo doméstico y el cuidado de nuestras personas dependientes.

Muchas mujeres jóvenes desesperan por encontrar una forma de conciliar trabajo y familia, pero creen que el dilema que se les plantea es personal y que son ellas las que deben encontrar una solución individual, haciendo que reconsideren sus proyectos de maternidad. Muchas mujeres ni siquiera consiguen imaginar que su problema pueda ser objeto de debate político.

La crisis del cuidado es menos acuciante para quienes tienen mayores recursos económicos. Pueden atenuar el déficit del cuidado contratando servicios domiciliarios de cuidado,tanto nacional como proveniente de otros países. La ironía es que estas mujeres inmigrantes, que alivian estas cargas, muchas veces se ven forzadas a dejar a sus propios hijos en su país al cuidado de sus parientes. Estas mujeres inmigrantes reciben sueldos extremadamente bajos, sufren la inseguridad laboral y la explotación por parte de sus empleadores.

Las familias trabajadoras de clase media o baja, intentan conciliar el cuidado con la ayuda de familiares, pero sucede con frecuencia que, las mujeres de estas familias pierden sus trabajos cuando hay una situación de atención urgente. Muchas mujeres terminan creyendo que han fracasado, en lugar de luchar contra un diseño de mundo laboral hecho para trabajadores varones y con pocas responsabilidades familiares.

Cuando las mujeres elegimos parir, adoptar o cuidar de otros cuerpos (infantiles, maduros o ancianos), cuidar de nuestros propios cuerpos, en ocasiones se nos castiga o ignora, en otras, se nos impone cuidar como una responsabilidad individual. Pero no se nos reconoce el derecho a nuestra libre decisión, ni se garantizan los recursos necesarios para sacar adelante nuestras decisiones. Nuestro cuerpo nos pertenece, nos da placer, nos comunica con nosotras mismas y nos pone en relación con el mundo. Decidir sobre nuestro cuerpo es un derecho fundamental. La propuesta moral y social que va contra ese derecho se basa en el sometimiento de las mujeres a los varones.
Las mujeres que decidimos interrumpir nuestro embarazo voluntariamente encontramos, a menudo, una cultura negativa respecto al aborto que nos estigmatiza, influyendo en nuestra consideración social.

Mientras tanto, la derecha gana la batalla retórica poniendo el acento en los "valores" y en la "fe". Hacen campaña en contra del matrimonio gay y lesbiano y a favor del no nacido en nombre de los valores de la familia. Sin embargo, se niegan a apoyar políticas públicas que podrían ayudar a lograr estabilidad y equilibrio en las familias. Lo cierto es que estamos viviendo bajo el legado de una revolución de género inconclusa. Para lograr la igualdad real de las mujeres es necesario que arrebatemos a estos sectores el estandarte de los "valores familiares".

Es preciso contemplar factores como la estructura familiar, que en nuestra opinión, es un núcleo de privacidad, escasamente permeable, que amortigua o genera todo tipo de tensiones. El papel de la educación religiosa y su mensaje de matrimonio-sacramento, el concepto del amor por el que todo se sacrifica han hecho que muchas mujeres sufran situaciones de maltrato y discriminación todos los días de sus vidas. La tendencia de los gobiernos a apoyar a los sectores más débiles provoca que, de manera inconsciente, se haya degradado el problema de las mujeres a un asunto de "grupo de interés" en vez de considerarlo como un proyecto común de la sociedad.
Las feministas que nos expresamos públicamente somos las portavoces de grandes colectivos silenciosos. Debemos buscar la implicación de toda la ciudadanía en la resolución de la violencia de género. No ofrecer la denuncia como única solución, poniendo el acento en el acompañamiento, solidaridad y apoyo a las víctimas.

Nosotras queremos acabar con las conductas opresoras y discriminatorias, conseguir no sólo la igualdad entre los seres humanos, sino una mayor autonomía y libertad de las mujeres. Deseamos relaciones respetuosas, saludables y felices.

No hay comentarios: