18 de septiembre de 2008

MERCEDES FORMICA


Uno de los retratos que se pueden ver en la exposicion de Inge Morath es el de la abogada española Mercedes Formica, el pie de foto y el año de la fotografía me llamó la atención lo suficiente como para buscar más información sobre ella.

Foto extraída del blog hipaniarum

Gracias al empeño de su madre, estudia bachillerato y prepara el acceso a la Universidad en 1931, ingresando en la Facultad de Derecho, donde entra en contacto con pro f e s o res formados en la Institución Libre de Enseñanza. Siendo la única mujer inscrita en sus aulas, tenía que acudir a clase acompañada de una «doña» para solventar los prejuicios sociales.

El divorcio entre su padre y su madre en 1933 es vital para entender su posterior interés por la suerte de las mujeres separadas. Su traslado a Madrid le ofrece un escenario privilegiado para observar las luchas partidistas que vive la República y decide afiliarse a la Falange Española, desde los momentos fundacionales de la misma. Pronto es nombrada Delegada del SEU en la Facultad de Derecho y, en 1936, Delegada Nacional del mismo, pasando a ocupar un puesto en la Junta política del partido.


Finalizada la Guerra Civil, en 1939, se casa con Eduardo Llosent y Marañón, editor de varias revistas en Sevilla, pasando a residir otra vez a Madrid, donde el matrimonio entra en contacto con los escritores, pintores y dramaturgos de la posguerra.


En 1945 edita en la revista Escorial su primera novela, Bodoque, cuya trama principal gira en torno a un caso de separación matrimonial. Aprovecha estos años para acabar su carrera interrumpida por la guerra y se topa con las restricciones impuestas al ejercicio profesional femenino, no pudiendo ingresar en el cuerpo diplomático, únicamente expedito a los varones.


Decidió, finalmente, ser una de las tres mujeres que ejercían la abogacía en Madrid, compaginando su trabajo con la vocación literaria. A comienzos de la década de los cincuenta, Pilar Primo de Rivera le encarga la realización de una ponencia sobre «La mujer en las profesiones liberales» para presentarla en el I Congreso Femenino Hispanoamericano Filipino que debía celebrarse en 1951. Mercedes, junto a un grupo de universitarias, elabora un texto en el que se reivindica, sin ningún tipo de cortapisas, la incorporación de las mujeres al mundo laboral. Su sorpresa fue mayúscula cuando los organizadores le retiraron la ponencia tachándola de «feminista». Tendría que pasar una década para que el régimen reconociera los más elementales derechos profesionales y laborales de las españolas.


En 1953, tras tres meses de haber sido retenido por la censura, escribió el artículo «El domicilio conyugal», que tendría la particularidad de desatar una intensa polémica en torno la situación de las mujeres separadas. Fue el punto de partida para participar en un debate en el que defendería cambios sustanciales en el derecho de familia vigente encaminados a mejorar la situación jurídica de la mujer. Paralelamente, su novela A instancias de parte, publicada en 1955 dejaba ver su preocupación como mujer y abogada al tratar su trama el doble rasero con que se medía los casos de adulterio entre hombres y mujeres. La dimensión de su campaña fue nacional e internacional y tendría como colofón un tímido ajuste en la reforma de 1958, en la que se introducía el concepto en virtud del cual quien se considerara cónyuge inocente no se veía con obligación de abandonar la casa marital.


Se puede encontrar más información en la pagina web de Biografía de mujeres andaluzas, de donde hemos extraido el texto

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